Cuando nos enfrentamos a nuevas situaciones o a escenarios que no son familiares para nosotros, tendemos a detenernos a considerar todas las posibilidades. Esto es totalmente normal y esperable, ya que por diferentes mecanismos de defensa y autoprotección, nuestro cerebro se pone en estado de alerta. Lo que luego sucede es que nuestra mente se aferra a esta reacción totalmente fisiológica y ancestral, tomando el control de nuestras acciones. Esto hace que muchas veces decidimos no avanzar y nos quedamos donde estamos por no animarnos al cambio. La mente no permite que avancemos, no acepta el nuevo escenario ya que aceptarlo es un desafío para su misma existencia; la mente entiende al cambio como una fuerza que socaba su poder sobre nosotros. Sin embargo, la mente puede ser guiada hacia donde nosotros decidamos con solo dejar de prestarle atención. Es verdad que esto requiere mucha energía y esfuerzo para permanecer genuinamente tranquilos sin reaccionar liberando nuestra autonomía de decidir. La aceptación del cambio significa permanecer en el presente viendo las cosas tal cual son, sin resistir y sin cuestionar, tomando cada nuevo evento como una oportunidad de aprendizaje y reconociendo en cada aspecto positivo de dicho cambio como un paso más hacia una mejor versión de nosotros mismos.

 

De: LograrTusMetas